La cebolla pasa desapercibida en la mayoría de las recetas, pero su discreta presencia basta para fortalecer nuestra salud. Incluir este alimento medicinal, primo hermano del ajo, en nuestra cocina aleja virus y bacterias de nuestro alrededor.
Reduce el presupuesto y gana salud
Agregar cebolla a tus cremas vegetales, en vez de nata liquida o mantequilla, es una forma más barata y sana de suavizar el sabor y de aligerar su aporte energético. Las personas hipertensas, con acidez de estómago o con sobrepeso son los mayores beneficios de esta medida.
Defensas en pie de guerra
Los aceites esenciales presentes en la cebolla refuerzan nuestra capacidad de defensa frente a los gérmenes invasores. Especialmente cuando se come cruda, ejerce una potente acción expectorante. Al drenar la mucosidad y facilitar la respiración, actúa como un buen preventivo ante las infecciones pulmonares y la sinusitis.
Un antiinflamatorio natural
Es, además, una de las mejores fuentes de quercetina, un antiinflamatorio natural que actúa con igual eficacia sobre una garganta inflamada y dolorida que sobre una alergia respiratoria.
Mejora el control de la diabetes
La cebolla posee una sustancia, la glucoquinina, que los expertos han apodad como la “insulina vegetal”. Consumir esta hortaliza con frecuencia te ayudará a mejorar el control de la glucosa en sangre.
Antídoto frente al desánimo
Debido a su riqueza en fibra prebiótica, este vegetal mejora la salud de la flora intestinal, lo que repercute sobre nuestro estado de ánimo y nivel de estrés.
Más por menos
Dejar una cebolla cortada por la mitad en la mesilla de noche mitiga los ataques de tos de forma tan o más eficaz que las vaporizaciones de esencias y es ¡más barato!